A
simple vista podemos decir que el estudio SANAA, en todas sus obras, incluida la Weekendhouse, rechaza los
historicismos y se dirigen hacia una imagen novedosa, fuera de lo común sin
llegara ser espléndida, puesto que su objetivo no era el detalle exterior, sino
centrarse en el significado que puede transmitir la obra.
Para ello utiliza la tecnología como aliada, ya que estamos en una época de esplendor tecnológico. Se deja ver en la construcción de la casa, en lo liviano de su estructura y su cerramiento.
En
su interior podemos ver la ligereza de su estructura portante, la austeridad y
pureza de las líneas, la escasez de ornamentación intentan recrear un ambiente
tranquilo, sin agobios, propio del lugar donde está asentado, que es el fin por
el cual la casa se ha construido en esa zona apartada. Por otra parte, la
transparencia que se consigue con los materiales empleados y con el juego de
reflejos que bañan todo el interior se intenta conseguir un espacio común
interrelacionado.
Todo
esto es posible gracias los nuevos materiales y técnicas constructivas disponibles
a día de hoy, permitiendo soluciones arquitectónicas imposibles hace 20 o 30
años.
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